Por Julio César Uribe Hermocillo
El reciente y doloroso desastre en la carretera Quibdó-Medellín, en el cual murieron 41 personas, nos dejó nuevamente -como cada vez que ocurre- la sensación de tragedia anunciada y de incuria y desidia recurrentes del Estado colombiano. Igualmente, el tratamiento informativo de los hechos por parte de los medios de comunicación fue el mismo de siempre: nada más allá de lo evidente, del conteo de muertos y heridos, del acoso a familiares para averiguar sus sentimientos o para preguntarles, de modo insistente y absurdo, si habían ido a ayudar en las labores de rescate. Incluso medios que se proclaman alternativos aún no han contado completamente esta historia. De hecho, mediante el conjunto de informes publicados -basados en datos oficiales sobre contratos de obras- la prensa terminó haciéndole creer al país que esta carretera la están construyendo hace poco más de 20 años; y no, como se sabe, desde principios del siglo XX, si se hace referencia a la carretera Quibdó-Bolívar[1] o desde principios del siglo XIX si la referencia es a la concesión denominada Camino al Atrato, otorgada al comerciante italiano Juan Bautista Mainero y Trucco, quien la negoció con un grupo de antioqueños que, en 1864, abrieron el primer camino entre Antioquia y el Chocó, que sería tomado como base para el trazado y apertura de la carretera un siglo después.
Una historia admirable
Más de un siglo ha transcurrido desde que los quibdoseños Reinaldo Valencia Lozano y Guillermo Henry Cuesta fundaron en Quibdó el periódico de mayor trascendencia y valor histórico que ha tenido el Chocó: el ABC, que alcanzó 3950 ediciones, circuló por primera vez el 8 de diciembre de 1913 y dejó de circular 30 años después.
El ABC fue originalmente un semanario. Después de cuatro o cinco años se convirtió en un diario, que sus lectores esperaban con devoción los viernes, lo mismo en el puerto platanero que en el Salón Colombia o en el Palacio Intendencial. Posteriormente, en coyunturas como la primera Guerra Mundial, el ABC llegó a publicar dos ediciones (matutina y vespertina) con el solo propósito de mantener plenamente informada a la gente de Quibdó acerca de este trascendental suceso, que no todo el mundo entendía. Durante algún tiempo, el periódico ABC tuvo circulación bisemanal, los martes y los viernes.
Por las páginas del ABC, bajo la dirección de Guillermo Henry Cuesta, Francisco Córdoba Mena, Francisco T. Maturana y el propio Reinaldo Valencia, quien lo dirigió durante por lo menos diez años, transitaron las más brillantes plumas y las más democráticas voces de la época en los ámbitos municipal, departamental y nacional. El ABC registró, durante sus tres décadas de existencia, la vida completa del Chocó y de Quibdó, incluyendo desde las notas sociales y la vida económica, hasta los eventos culturales y los asuntos trascendentales de la política regional, como la rivalidad interprovincial entre el San Juan y el Atrato, que incluía ideas como convertir la Intendencia en dos comisarías; y la lucha posterior por convertirla en un departamento que, al decir de algunos de los escritores del ABC, sería para Colombia el reemplazo de la pérdida de Panamá, por su futuro halagüeño y pleno de prosperidad.
…El ABC de Reinaldo Valencia Lozano se convirtió en tribuna de la reivindicación del Chocó en el escenario nacional; en ágora simbólica de los debates sobre la autonomía regional y la institucionalidad política del Chocó; en academia virtual de las letras y el pensamiento propios; y en altavoz de los sentimientos de un pueblo que empezaba a actuar como sujeto social y político.[3]
Un ejercicio necesario
En honor a aquel momento insigne de la historia del periodismo chocoano, a propósito de la triste tragedia del 12 de enero de 2024 en la carretera Quibdó-Medellín, y con motivo del Día del Periodista[4], que se conmemora el 9 de febrero; consultamos desde El Guarengue a treinta profesionales -en su mayoría chocoanos y los que no con gran experiencia y tradición de trabajo en el Chocó-, más de la mitad de los cuales ha ejercido o ejerce parcial o totalmente el periodismo; acerca de diversos tópicos referentes al cubrimiento periodístico de esta dolorosa tragedia; la primacía de los medios y periodistas nacionales sobre los medios y periodistas de Quibdó y el Chocó; y las razones o motivos por los cuales no se producen desde la región relatos documentados, rigurosos, contextualizados, sobre hechos de tanta trascendencia y peso histórico como esa reiterativa tragedia de la carretera entre el Chocó y Antioquia.[5]
Preguntas y respuestas
Las preguntas de la consulta fueron las siguientes: 1. ¿Por qué ninguno de los periodistas de los medios de comunicación del Chocó, ni los corresponsales chocoanos o locales de los telenoticieros nacionales, hace una crónica o un reportaje de buena calidad sobre la tragedia de la carretera, siendo del Chocó, viviendo en el Chocó y doliéndoles lo del Chocó? 2. ¿Por qué los relatos principales de los medios nacionales son escritos o producidos, con evidentes vacíos de enfoque, de comprensión del contexto y de perspectiva histórica y regional, por periodistas que actúan como “enviados especiales” de los medios de afuera del Chocó? Finalmente, pregunté, con pena y todo, consciente de las molestias que la pregunta podría provocar: 3. ¿No les molesta a los corresponsales seguir siendo simples ayudantes o auxiliares de producción de los enviados especiales de los grandes medios de comunicación?
Veintidós de las treinta personas consultadas, entre ellas dos que pidieron anonimato, respondieron la consulta. Dos profesionales manifestaron tener reservas al respecto, por temor a las reacciones de sus colegas, y optaron por no responder; y tres prometieron responder, pero hasta la fecha -20 días después- no lo han hecho. Tres personas más ni siquiera acusaron recibo de la consulta, es decir, me dejaron en visto, como se dice en el mundo del WhatsApp, medio a través del cual fueron enviadas las preguntas. Sostuvimos provechosas conversaciones telefónicas con cuatro de los profesionales que respondieron… A toda la gente que contribuyó, con sus respuestas, con sus excusas, o con su silencio, ¡gracias!
La ausencia de relatos y la banalización del oficio
Un problema grave y complejo del periodismo chocoano es la ausencia de relatos auténticos y autóctonos, producidos con una perspectiva sociocultural, étnica, histórica y geográfica propia de la región, y con un enfoque claro y fundamentado en dicha perspectiva; de modo que los relatos den cuenta de las realidades regionales, de su gente, su territorio, su institucionalidad, etc., con voces genuinas, de un modo trascendente, histórico, documentado y bien narrado. Eso fue lo que hizo el periódico ABC, de Quibdó, entre 1913 y 1944, de manera tan prolija que sus archivos terminaron convertidos en documentos históricos ineludibles e irremplazables a la hora de conocer la vida del Chocó en la primera mitad del siglo XX.
Gonzalo Díaz Cañadas, de la tercera generación de una estirpe de periodistas chocoanos, tanto por lo Díaz como por lo Cañadas, Comunicador Social y Periodista de amplia trayectoria en medios, instituciones y academia; creador del Archivo fotográfico y fílmico del Chocó, y actualmente Director de Comunicaciones y de la emisora cultural de la Universidad Tecnológica del Chocó “Diego Luis Córdoba”, en Quibdó, sintetiza así el problema:
“Para mí el periodismo chocoano está en crisis y esta hizo metástasis con la aparición de las redes sociales... Ya nadie escribe, redacta y mucho menos investiga... La superficialidad y falta de rigor es un sello de época que da un producto de baja calidad.... Ahora es copie y pegue y tome pantallazo... Y el manejo de medios nacionales y corresponsales lo mismo, obedece a un formato de máximo dos minutos, les imponen los temas, tampoco proponen… ¡mejor dicho...! Ahora todo es en vivo, en caliente, con muy poco análisis.... Mucha mediocridad, falta de criterio y esto se volvió una endemia, que hasta a mí me toca...”[6].
Vacíos de formación y de profesionalización
Vacíos de formación y falta de profesionalización del periodismo, a los cuales están asociados serios problemas de superficialidad en el tratamiento de los temas, por deficiencias de enfoque, perspectiva y contexto histórico en la narración periodística, e incluso problemas de estructura narrativa, gramática, redacción y ortografía; encabezan la lista de asuntos mayores y menores identificados por los profesionales consultados como causales de la ausencia de relatos propios sobre el Chocó, geográfica y culturalmente situados en la región.
Wagner Mosquera Palacios, talentoso comunicador social y periodista chocoano, de gran capacidad narrativa y corrección de estilo, identifica los vacíos de formación profesional como una de las principales causas de la ausencia de relatos propios en el periodismo chocoano:
“…la gran mayoría de periodistas de los medios locales y nacionales que trabajan en Quibdó son empíricos, detrás de muchos no hubo formación para el ejercicio periodístico. Son periodistas que aprendieron algunos aspectos del oficio, pero que carecen del conocimiento sustancial y de las estructuras básicas de su puesta a punto. Muchos no entienden la diferencia entre lo que es una noticia, una crónica o un reportaje, mucho menos lo que es un artículo de opinión. La gran mayoría de "periodistas" no escribe. Todos, absolutamente todos, se escudan en la oralidad como mecanismo que los libera de tener que poner sobre el papel los resultados de un buen trabajo de reportería, pero, sobre todo, es que ellos mismos entienden que tienen falencias en su ortografía y, a partir de ahí, falencias en la redacción de cualquier tipo de textos… La mayoría de "periodistas" del Chocó se hicieron en la radio, pero ese estar en la radio fue y ha sido un estar lleno de limitaciones, de vacíos, no hay academia, mucho menos conceptos detrás del saber o poder estar en los medios radiales, todos asumen que hablar por hablar los convierte de golpe en periodistas. Ni se diga cuando tienen que entrevistar a una persona, desconocen las normas mínimas, y sobre todo no tienen la sensibilidad para la realización de una entrevista con personas que vivieron una situación como la de la tragedia ocurrida en la carretera; mucho menos entienden que la entrevista en sí misma es un género”[7].
El presbítero Manuel Napoleón García Anaya, quien en sus 40 años de sacerdocio católico ha fundado, coordinado y dirigido medios de comunicación, opinó al respecto:
“En primer lugar, hay una falta de formación humanista más sólida; eso quiere decir fundamentos tanto como de filosofía como de sociología para muchos de los comunicadores, y eso los lleva a ser simplemente como mediáticos. En segundo lugar, me parece que la información tiende a ser sumamente sensacionalista, lo que llamamos ser mediático, lo que llame la atención. Y eso pues lleva a unas informaciones en muchas ocasiones muy superficiales. Un tercer elemento que quiero añadir es que no me gusta el tono lastimero, miserabilista, de la conmiseración, de la pobrería: los chocoanos pobrecitos, los últimos, los negritos, aguantadores de hambre, etc., olvidados de la Nación. Esa perspectiva no solamente golpea nuestra dignidad, sino que no refleja una condición real, es más bien como un tipo, podemos decir, como de imágenes, de prejuicio que se ha establecido en la sociedad, tanto nacional, como que nosotros la hemos interiorizado… Hay un elemento clave, que es el conocer más la Historia”[8].
José Camilo Córdoba Chaverra, Gerente del Banco de la República en Quibdó, Profesional en Ciencias Políticas, de la Pontificia Universidad Javeriana, con maestría en Estudios Latinoamericanos Interdisciplinarios, de la Universidad de Newcastle; y docente de cátedra del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Tecnológica del Chocó, hizo el siguiente análisis como respuesta a la consulta de El Guarengue:
“La respuesta a esta pregunta tiene que ver con la formación. No tengo la cifra, pero la mayoría de las personas que ejercen el oficio de periodista en el Chocó lo han ejercido de forma empírica. En la formación profesional, que solo se ofrece en la región por la UTCH desde hace un par de años, se ofrecen algunas materias que buscan fortalecer la labor dándoles mejores herramientas prácticas, teóricas y metodológicas para que, al menos, los nuevos periodistas chocoanos vayan más allá del simple hecho de dar noticias y pasen a informar, contar historias, reflexionar desde un contexto que merece y exige ser contado de forma distinta.
Ahora, hay muchos vacíos que traen estos estudiantes y que también se refleja en aquellos que actualmente ejercen la labor de forma empírica y tiene que ver con las brechas de formación y la falta de herramientas que traen desde la formación básica (los que cuentan con ella). En el Chocó el sistema educativo no incentiva el espíritu crítico ni mucho menos la curiosidad de investigar más allá de lo que dicen los textos. Nos enseñan a repetir y no a crear nuevos conocimientos. Entonces en el periodismo no se hace nada distinto, teniendo todo para hacerlo (o al menos mucho) porque muchos no cuentan con herramientas para hacerlo ni saben cómo. Muchos no pasan del mostrar lo que está pasando, de registrar en vídeo o tomar declaraciones; pero no profundizan, no indagan más porque no saben cómo hacerlo”.[9]
Ivonne Caicedo, comunicadora social y periodista cuya vida profesional ha transcurrido en gran parte con comunidades étnicas y organizaciones sociales, comparte la opinión de que los vacíos de formación son inherentes a la falta de profundidad en las informaciones del periodismo chocoano:
Creo que se van más por el amarillismo del momento, de las directrices de los medios en los que trabajan (lo que más vende) y de no tener unas bases y estrategias de generar información definidas. Muchos de los periodistas que cubren para medios nacionales no tienen formación, son empíricos y toda su vida de periodistas han realizado lo mismo, de la misma manera. Sin desmeritar. La falta de estas estrategias se nota en sus informaciones: informan, no comunican, no llevan a pensar, a reaccionar más allá, porque carecen de contexto de realidades de siempre... El lamentable caso de la carretera es desafortunadamente reiterativo, y si te pones a ver siempre informan lo mismo, no saben investigar, se centran en el dolor de las personas, pero no van a lo estructural del por qué, quiénes y cuál es el interés de que esa carretera no se mejore, qué hay detrás. No todos los periodistas carecen de esta estrategia, pero, también hay un tema de empleabilidad y por qué no decir, miedo.[10]
Una estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Tecnológica del Chocó identifica -como problemas asociados a la falta de formación profesional de quienes ejercen el periodismo en el Chocó- sus deficiencias de creatividad, de empatía y de pasión; como razones para la ausencia de relatos propios sobre realidades tan crudas y evidentes como la tragedia periódica de la carretera Quibdó-Medellín:
“Yo creería que debe haber varias razones. Una de ellas podría ser la limitación de recursos y apoyos a la hora de hacer la crónica o reportaje. También falta de profesionales que le pongan empeño y dedicación, porque muchas veces se habla del tema solo por el momento y le dan prioridad a otras noticias. Se sabe que el internet facilita mucho más para que la información llegue a varios lugares, pero también aquí juega un papel muy importante la creatividad, es decir, no contar por contar, sino ponerle amor, esfuerzo y ser dinámicos a la hora de contar la historia. Pero también es muy importante saber llegarle a las personas de una forma correcta para que ellos hablen desde su propia vivencia y cuenten experiencias sin necesidad de hacerlos vivir nuevamente ese duelo emocional y mucho menos de que ellos se sientan utilizados, porque a veces eso suele pasar, ya que este tema es muy sensible y antes de ser comunicadores debemos ser personas”[11].
El periodista Edúbar Arango, director de La Gaceta, subraya la falta de profesionalización como evidencia principal de los vacíos de formación de un gran número de personas que ejercen el periodismo en el Chocó:
“Yo pienso que al periodismo del Chocó hay gente que le ha hecho demasiado daño y que ni siquiera, paradójicamente, son periodistas. Gente que se levantó una mañana debiendo la Energía y dijo “¿qué hago?” y salió pa’donde Mario Fuller a que le fiara o regalara una grabadora, y se volvieron periodistas de la noche a la mañana. Los controles de las emisoras de radio se volvieron locutores y luego ahora son dizque periodistas… Hay muchas cosas bienintencionadas y hay otras que son malintencionadas, que necesitan de todas maneras de la academia para poderse sostener. Si no hay esa correlación, si no hay ese sustento, esa base, con la academia y con el soporte académico, y ética y responsabilidad, obviamente pues el que no sepa se va a equivocar”[12].
“No hacen una crónica o reportaje de buena calidad, porque la mayoría carece de la formación y experiencia necesarias para ello”[13], expresó J. Elías Córdoba Valencia, agrónomo quibdoseño, melómano, promotor cultural y sanpachero proverbial. Y una de las dos fuentes de este artículo que eligió el anonimato me dijo sin ambages: “mi sospecha es que en realidad a ninguno le interesa ser buen periodista. Se conforman con hacer mandados por dos o tres pesos”[14].
La cuestión económica
En esos dos o tres pesos pareciera estar gran parte del problema del periodismo chocoano en los últimos cuarenta años por lo menos. Pues, por un lado, de la propaganda oficial de bajo precio, que a finales de la década de 1970 publicaban las emisoras Ecos del Atrato y Brisas del Citará, en Quibdó; se pasó en la década de 1980 a los cada vez más costosos y rebuscados avisos del periódico mensual Presente, de Efraín Gaitán Orjuela, que abrieron la brecha para que los medios locales y regionales relacionaran a la institucionalidad pública con su economía empresarial y personal; en no pocos casos a cambio de favorecimientos informativos. Según testimonio cuyo autor pidió reserva, “fue Presente el que inauguró e impuso la moda de dedicar más de la mitad de las páginas de un periódico impreso a los avisos de la Gobernación y las alcaldías del Chocó. Lo cual, hay que reconocerlo, muestra la habilidad comercial del Padre Gaitán, su fundador y propietario; pero también su concepción bastante mercantil del periodismo, que tuvo gran influencia en el comportamiento posterior de medios y periodistas en cuanto al manejo de la publicidad oficial, que terminó siendo un botín tan codiciado y opulento que hasta se crearon múltiples medios y se graduaron periodistas para acceder a tan grande fortuna”[15].
Por otra parte, son también esos dos o tres pesos los que, en regiones como el Chocó, hacen bastante falta para que quienes ejercen el periodismo puedan vivir del mismo como profesión y no como una ocupación de unas cuantas horas por día; y los medios existentes puedan subsistir y permanecer, lo cual es una especie de odisea en un contexto como el de Quibdó y el Chocó, en donde la economía formal depende del sector público y del comercio, que vendrían a ser las únicas fuentes de pauta publicitaria para el sostenimiento de los medios; pero, que, en un caso, pretenden cooptar la independencia periodística a cambio de avisos; y en el otro no tienen tradición de estrategias publicitarias y pretenden pautar a precio de huevo.
Yuber Mosquera, de la emisora Lloró Estéreo, quien padece permanentemente los problemas económicos que a su juicio impiden el desarrollo de un trabajo periodístico más profesional, de mayor profundidad y con contenidos de mayor calidad, expresó al respecto:
“Yo partiría diciendo que muchos periodistas, me incluyo también entre ellos, andamos también más ocupados en mirar cómo logramos también sobrevivir, en el sentido de cómo sostener un medio de comunicación, cómo sostenerlo diariamente, financieramente, noticiosamente y de manera también legal…y somos solos, somos empresas muy solas, no contamos con personal para cada cosa; o sea, somos secretarios, locutores, periodistas, técnicos, mensajeros, somos de todo en una empresa. Entonces, a la hora de hacer un periodismo con todas las de la ley, nos quedamos cortos, porque no contamos ni con el personal ni con las herramientas necesarias y además estamos muy ocupados en otras cosas y también tenemos que sostener a nuestros familiares, a nuestros hijos, a la misma empresa también sostenerla. Mire el caso mío en Lloró”[16].
En el mismo sentido, José Luis Murillo, quien ha trabajado en la Emisora de Paz de Bojayá, del sistema RTVC, plantea que el interés periodístico se ve muchas veces subordinado a las necesidades económicas del periodista:
“…muchas veces en el ejercicio periodístico se recurre al facilismo, es decir, contar lo que se ve más o menos de forma superficial y hablar de la noticia como tal, dar algunas cifras de lo que está pasando actualmente, para que la gente se entere; pero, no se cuenta el trasfondo, porque cuesta mucho más y porque una investigación seria requiere de tiempo y requiere de datos y requiere de mucho más trabajo; y muchas veces se basa uno como en la inmediatez, porque de una y otra forma en el medio en que estamos hay muchas necesidades y la gente muchas veces está trabajando no solo por el querer visibilizar la región, sino también, no podemos negarlo, por los recursos económicos y por sacar lo que más se venda, por así decirlo, y el fondo no se analiza, como se debe hacer.[17]
Douglas Cújar, arquitecto, investigador y promotor cultural, ve el problema de este modo: “Un alto porcentaje de las personas que ejercen como periodistas en el Chocó no tienen formación académica, utilizan su "profesión" como medio de subsistencia y responden a intereses de los que ejercen el poder nacional o regional. El denominado "periodismo" chocoano, por lo tanto, actúa sin criterios ni valores y más bien asumen posiciones de sumisos ante los medios nacionales… El Chocó no tiene una prensa independiente”[18].
El problema de las pésimas condiciones laborales de quienes ejercen como periodistas en el Chocó y de la escasez de medios económicos que hagan posible vivir profesionalmente del periodismo en la región, incide también en la asimetría de las relaciones entre los periodistas que trabajan para medios nacionales en calidad de corresponsales. A los periodistas del Chocó, anota J. Elías Córdoba, “no les molesta asumir la condición de ayudantes o auxiliares de producción, en parte por la defensa de los ingresos que les genera un trabajo que realizan en circunstancias laborales muy desfavorables, ligados a unas empresas que no los acogen como miembros de un equipo, sino, como suministradores de la información que el nivel central requiere en el momento que la juzga importante para el rating; por otro lado, su autovaloración asociada a la "oportunidad" que, en términos económicos y de promoción de imagen, brinda la relación con un medio nacional, se considera un activo de valor”[19]. El experimentado periodista, escritor y editor Alfonso Carvajal, quien trabajó durante varios años en Quibdó, como corresponsal del periódico El Tiempo, expresó sobre la relación entre periodistas regionales y medios nacionales: “Es un problema piramidal; y de supervivencia. Un chantaje tácito. O trabajas en estas condiciones o búscate otro puesto”[20].
¿Y entonces…?
En su famoso discurso pronunciado en la 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, en Los Ángeles, U.S.A., el 7 de octubre de 1996, que fue publicado bajo el título de El mejor oficio del mundo, el gran periodista que hasta el final de sus días fue Gabriel García Márquez anotó:
"Tal vez el infortunio de las facultades de comunicación social es que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo. Claro que deben persistir en sus programas humanísticos, aunque menos ambiciosos y perentorios, para contribuir a la base cultural que los alumnos no llevan del bachillerato. Pero toda la formación debe estar sustentada en tres pilares maestros: la prioridad de las aptitudes y las vocaciones, la certidumbre de que la investigación no es una especialidad del oficio, sino que todo el periodismo debe ser investigativo por definición, y la conciencia de que la ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón”[21].
Quizás sea tiempo de que, como parte del desarrollo académico del primer programa universitario de Comunicación Social y Periodismo establecido en la región, la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba promueva un diálogo sincero y fructífero con el periodismo chocoano. La UTCH y agremiaciones como el Círculo de periodistas y comunicadores sociales del Chocó, que en octubre de 2024 cumple 25 años de existencia como persona jurídica; bien podrían adelantar un proceso sistemático, realista y crítico de reflexión sobre la situación actual del periodismo en el Chocó, para construir conjuntamente salidas adecuadas a sus factores de crisis y encauzarlo -en conjunto con sus propios protagonistas: los medios y los periodistas- hacia rumbos dignos, socialmente responsables e históricamente coherentes con la realidad. Plantear el problema, sin que hacerlo genere suspicacias y resistencias, quizás sea un primer paso que todos debemos dar.
Tomado originalmente de https://miguarengue.blogspot.com/2024/02/sobre-la-situacion-actual-del.html
[1] El Guarengue, 15 de abril de 2019. Por la trocha del olvido:
[2] Gonzalo Díaz Cañadas. 31 de marzo de 2017. Hace 180 años comenzó La Vía Quibdó - Bolívar y aún no se termina. En: https://www.las2orillas.co/180-anos-comenzo-la-via-quibdo-bolivar-aun-no-se-termina/
[3] El Guarengue, 13 de febrero de 2023. Reinaldo Valencia y Primo Guerrero, dos periodistas ejemplares. https://miguarengue.blogspot.com/2023/02/dos-periodistas-ejemplares-reinaldo.html
[4] El Guarengue, lunes 10 de febrero de 2020. Reinaldo Valencia y su ABC.
[5] Las personas consultadas para la producción de este texto -mediante mensajes de WhatsApp enviados entre el 16 y el 17 de enero de 2024- fueron: Wagner Mosquera Palacios, Úrsula Mena Lozano, John Díaz Cañadas, Gonzalo Díaz Cañadas, José Luis Murillo, Andrés Mosquera (Waosolo), Norma Londoño, Jairo Miguel Guerra, Manuel Napoleón García Anaya, Jesús Elías Córdoba Valencia, Américo Murillo Londoño, Víctor Raúl Mosquera, José Camilo Córdoba Chaverra, Ivonne Caicedo, Eurípides Salas Figueroa, Alfonso Carvajal, Douglas Cújar, Jesús Durán, Edúbar Arango, Lascario Barboza Díaz, Yuber Mosquera, Francisco Palacios, José Lorenzo Bejarano, Yuli Correa, Jorge Salgado, Jhonmer Hinestroza, José E. Mosquera, Alfonso Mosquera Córdoba. Adicionalmente, dos estudiantes de Comunicación Social y Periodismo de la UTCH, cuyas respuestas se obtuvieron por cortesía de unos de sus profesores, que fue consultado, completan el grupo de referencia.
Si bien todos los profesionales que respondieron a la consulta no son citados en este texto, para su construcción sí fueron tomadas en cuenta todas las respuestas recibidas.
[6] Gonzalo Díaz Cañadas. Mensaje de WhatsApp, 16 01 2024.
[7] Wagner Mosquera Palacios. Mensaje de WhatsApp, 16 01 2024.
[8] Manuel Napoleón García Anaya. Mensaje de WhatsApp, 18 01 2024.
[9] José Camilo Córdoba Chaverra. Mensaje de WhatsApp, 19 01 2024
[10] Ivonne Caicedo. Mensaje de WhatsApp, 18 01 2024.
[11] Estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la UTCH, Quibdó. Testimonio suministrado por José Camilo Córdoba Ch., de un trabajo de su clase de Comunicación Política.
[12] Edúbar Arango. Mensaje de WhatsApp, 16 01 2024.
[13] J. Elías Córdoba Valencia. Mensaje de WhatsApp, 16 01 2024.
[14] Fuente anónima 1. Mensaje de WhatsApp, 16 01 2024.
[15] Fuente anónima 2. Mensaje de WhatsApp, 20 01 2024.
[16] Yuber Mosquera. Mensaje de WhatsApp, 18 01 2024.
[17] José Luis Murillo. Mensaje de WhatsApp, 16 01 2024.
[18] Douglas Cújar. Mensaje de WhatsApp, 22 01 2024.
[19] J. Elías Córdoba Valencia. Mensaje de WhatsApp, 16 01 2024.
[20] Alfonso Carvajal. Mensaje de WhatsApp, 22 01 2024.
[21] Gabriel García Márquez. El mejor oficio del mundo. Fundación Gabo, 9 de octubre de 1996. En: https://fundaciongabo.org/es/recursos/discursos/el-mejor-oficio-del-mundo-discurso-de-gabriel-garcia-marquez-ante-la-sip
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